Nos encanta mirar imágenes antiguas. Miramos cómo ha cambiado el entorno rural, la ciudad, la moda, la tecnología e incluso las costumbres. Las fotografías constituyen un documento gráfico excepcional de los cambios que se producen en nuestra sociedad y representan una parte importante de nuestra memoria (por eso nos provoca una gran desolación perder nuestras fotos personales).

A finales del siglo XIX aparecieron las primeras tarjetas postales ilustradas en España como forma de correspondencia para enviar un mensaje breve. Su bajo coste permitió una amplia difusión a lo largo del siglo XX y el inicio del coleccionismo postal, pasando de ser una modalidad de correo a un vehículo cultural.

Si hoy paseamos por un mercado de coleccionista podemos encontrar numerosas postales ilustradas que muestran imágenes, vistas, recuerdos de pueblos, ciudades y paisajes de toda la geografía española. Constituyen un excelente documento gráfico de nuestro patrimonio cultural.

El templo expiatorio de la Sagrada Familia, obra del genial arquitecto Antoni Gaudí, uno de los monumentos más visitados a nivel mundial, nos muestra a través de las imágenes antiguas una arquitectura en permanente construcción. Las imágenes nos sirven para difundir el patrimonio cultural.

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Templo de la Sagrada Familia en construcción (iniciado en 1882)

 

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Templo de la Sagrada Familia en 1915

 

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Templo de la Sagrada Familia, fachada del nacimiento (2012)

Las fotografías antiguas nos permiten conocer de forma fiel el patrimonio que ha desaparecido y nos acercan al contexto histórico que tenía en el momento de su realización. La casa Trinxet, una de las obras clave del modernismo catalán, construida por el  arquitecto Josep Puig i Cadafalch, es un ejemplo de cómo las imágenes constituyen un documento gráfico excepcional para recordar y valorar el patrimonio desaparecido.

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La Casa Trinxet (1904) del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, derribada en 1965

El papel de los centros de documentación, archivos, bibliotecas y museos es fundamental para difundir y conservar este patrimonio. Pero también lo es la actividad de plataformas ciudadanas que llevan a cabo movimientos en favor de la protección del patrimonio histórico amenazado, como en los casos del Centre d’Estudis de l’Hospitalet que denuncia el abandono de la villa de Can Rigalt y la plataforma Madrid, Ciudadanía y Patrimonio que alerta del deterioro de algunos edificios históricos de Madrid .

Por último, las nuevas tecnologías nos permiten renovar la mirada sobre el patrimonio cultural. Gracias a la digitalización podemos consultar en internet más de un millón de fotos antiguas de Guipuzcoa  o mediante la realidad aumentada y la geocodificación es posible realizar un paseo histórico por la ciudad de Barcelona, contemplando el antes y el después de algunos de sus lugares más emblemáticos, a través de una aplicación para dispositivos móviles.

¿Conservas fotos antiguas del patrimonio desaparecido de tu ciudad?

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