Barcelona es una gran ciudad en la que una mirada atenta puede descubrir numerosos vestigios de su pasado. Calles, rincones, edificios, nos hablan de la Barcelona romana, medieval, renacentista, barroca, moderna, industrial… Me gustan especialmente los edificios de ladrillo visto, un material humilde, sencillo, utilizado en la arquitectura desde la antigüedad, y que en las construcciones industriales adquiere unas formas tan imponentes y a la vez, tan plásticas.

La ciudad ha cambiado notablemente desde las grandes obras realizadas con motivo de los Juegos Olímpicos del 92. Hemos visto transformase el paisaje urbano, crearse nuevas zonas y desaparecer un buen número de edificios, patrimonio histórico de la ciudad. Gracias a la toma de consciencia y actuación de entidades culturales y ciudadanas, ha sido posible la rehabilitación y conservación del patrimonio. Todavía podemos disfrutar de algunos de los edificios que en el siglo XIX conformaban la fisonomía de la ciudad. Me refiero a las fábricas, en una Barcelona en continua expansión, con las chimeneas como uno de los elementos emblemáticos de la ciudad.

Una de las características de la arquitectura industrial de finales del siglo XIX y principios del XX es la utilización del ladrillo visto. Por un lado con una función estructural destacada, por otro, con una función decorativa, plástica. En las fábricas intervinieron maestros de obras y arquitectos de primera fila que las convirtirieron en auténticas joyas de la arquitectura industrial.

El modernismo impregnaba la cultura de la época. El ladrillo visto se había popularizado en el marco de los «neos» de la arquitectura historicista del siglo XIX. Uno de estos estilos utilizados por el modernismo fue el neomudéjar, que imitaba los elementos decorativos del mudéjar, especialmente el aragonés, con el empleo de ladrillos y cerámicas en las paredes. También, la utilización del ladrillo recuperaba el sistema constructivo tradicional catalán.

Empezamos nuestro recorrido en el Ensanche barcelonés, con el edificio del reloj de Can Batlló (1868-1870), fábrica de hilaturas de algodón propiedad de los hermanos Batlló, reconvertida en el siglo XX en la Escuela Industrial. Obra del arquitecto Rafael Guastavino, es un magnífico ejemplo de arquitectura industrial de ladrillo visto y piedra. El conjunto, que ocupa seis manzanas del Ensanche, continúa siendo impresionante.

Edificio del reloj, can Batlló. Escuela industrial

Edificio del reloj de Can Batlló. Escuela industrial, Escola del Treball de Barcelona

Seguimos con el Depósito de las Aguas (1874-1877), situado detrás del Parque de la Ciudadela, proyectado por el maestro de obras Josep Fontseré. La función del depósito era regular el caudal de agua de la cascada y regar los jardines del parque. El edificio, construido en ladrillo visto, está catalogado como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) y forma parte del campus universitario de la Pompeu Fabra.

Biblioteca ‘Dipòsit de les Aigües’ Barcelona

Biblioteca ‘Dipòsit de les Aigües’. Por Hyemin kwon (Trabajo propio) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], undefined

También situada en el Ensanche barcelonés, la Editorial Montaner i Simón, obra del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, es la primera obra importante del arquitecto en Barcelona. Diseñada en 1879 y construida en 1886, está considerada como el primer edificio en utilizar el ladrillo visto y el hierro en su fachada. La decoración, de caracter simbólico, mezcla elementos mudéjares y simbolismo medieval.

La Editorial Montaner i Simón se convirtió en una de las más importantes de Cataluña y España, en sus 120 años de historia. Desde 1984, es la sede de la Fundación Tàpies.

Editorial Montaner i Simon fundación Tápies

Editorial Montaner i Simon, Fundación Tàpies. Declarada Bien de Interés Cultural

Los antiguos Almacenes Generales de Comercio, eran los almacenes del depósito de mercancías del puerto de Barcelona (1881-1900). Situados en el barrio de la Barceloneta, el edificio, con absoluto predominio del ladrillo visto y las oberturas de las ventanas, es obra del ingeniero Mauricio Garrán. Rehabilitado como equipamiento cultural, actualmente el Palau de Mar acoge el Museu d’Història de Catalunya.

Almacenes generales de comercio Puerto Barcelona

Antiguos Amacenes Generales de Comercio en el puerto de Barcelona (Palau de Mar)

Las fábricas de ladrillo visto permanecen como elementos distintivos de algunos de los barrios industriales de Barcelona: en el antiguo municipio de Sant Andreu del Palomar encontramos la Fabra y Coats, Can Fabra (1903), fábrica de hilaturas resultante de la fusión de la Sociedad Anónima Sucesora de Fabra y Portabella con la firma escocesa del textil J&P Coats.  El recinto industrial conserva buena parte de la arquitectura original en ladrillo visto. La rehabilitación de algunas de las naves ha permitido la conservación de la fábrica a la vez que le ha dado un nuevo uso como equipamiento cultural.

Fabra i Coats ladrillo visto

La Fabra i Coats es un magnífico ejemplo de la utilización del ladrillo visto en la arquitectura industrial

La antigua Harinera San Jaime, conocida como la Farinera del Clot (1908), en el municipio de Sant Martí de Provençals, fue una de las harineras más importantes de Cataluña. Sus orígenes se remontan a 1852 cuando funcionaba como almacén de cereales. En 1908 se renueva y se amplia, construyéndose un conjunto fabril de estética modernista, en el que destaca el empleo del ladrillo visto, el hierro, la cerámica y el cristal. Reconvertida en centro cultural, desde 1999, conserva algunos elementos de la historia industrial de Barcelona.

La harinera del clot ladrillo visto

La antigua farinera del Clot es un centro cultural desde 1999.

El barrio de Poblenou, en el antiguo municipio de San Martí de Provençals, era conocido como «el Manchester catalán» por la gran concentración de fábricas que tenía. Último reducto de la Barcelona industrial, sufrió profundas transformaciones con las obras de la etapa olímpica. Ha podido conservar algunas de sus fábricas, convertidas en equipamientos culturales. Un ejemplo pionero es Ca l’Aranyó (1872-1874), antigua fábrica textil, obra del maestro de obras Josep Marimon, según el proyecto de la empresa británica Prince Smith. Rehabilitada como sede de la Universidad Pompeu Fabra, el conjunto destaca por la combinación del ladrillo visto y los grandes ventanales de su fachada.

Ca l'Aranyó ladrillo visto

Ca l’Aranyó, en el Poblenou, es un excelente ejemplo de arquitectura de ladrillo visto, combinación de dos estilos, inglés y catalán.

Acabamos nuestro recorrido en Montjuïc, con uno de los primeros edificios construidos a principios del siglo XX, la fábrica Casaramona (1909-1912). El propietario de la fábrica, el industrial del algodón Casimiro Casaramona, encarga el proyecto a Josep Puig i Cadafalch, uno de los arquitectos modernistas más importantes de la época.

Construida en ladrillo visto, en la fachada también se utiliza el hierro forjado, la piedra y la decoración cerámica. El resultado del conjunto es de una nivel estético tan alto que fue premiado por el Ayuntamiento de Barcelona en el concurso anual de edificios artísticos de 1912. Era la primera vez que se concedía un premio a un edificio industrial, dada la categoría artística de la obra.

Fábrica Casaramona arquitectura industrial

La Fàbrica Casaramona excepcional ejemplo de modernismo industrial. Sede del Centro Cultural CaixaForum

Una recomendación final: si os interesa el patrimonio industrial y la historia de la ciudad, un libro que os gustará es Barcelona, ciutat de fàbriques, de Mercè Tatjer.

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