Uno de los placeres de los que me gusta disfrutar es pasear por la ciudad con la mirada del que la descubre por primera vez. No deja de sorprenderme la historia de la ciudad reflejada en sus calles, sus edificios, sus comercios. Si estuviéramos en París, cada uno de esos elementos emblemáticos contaría con una placa donde se detallaría qué ocurrió en esa calle, edificio, tienda o piedra y por qué es importante mantener ese lugar y su memoria histórica.
Desde hace unos meses, mis paseos por el centro de Barcelona son cada vez más inquietantes. No sé qué nuevo comercio voy a encontrar cerrado. Me explico:
La librería Catalònia, en la Ronda de San Pedro justo al lado de la Plaza Cataluña, fue durante mucho tiempo uno de mis refugios favoritos. Entraba por el puro placer de perderme entre libros. Una mañana de enero de 2013 me dirigía hacia la librería como otras veces… recuerdo mirar la persiana medio bajada y quedarme frente al establecimiento, un tanto desconcertada por la sorpresa y la tristeza. Un folio escrito por los dueños del establecimiento daba cuenta de los motivos del cierre del establecimiento:
Después de más de 88 años de su apertura y con 82 años de actividad en la Ronda de San Pedro 3. Después de haber superado una Guerra Civil, un incendio devastador, un conflicto inmobiliario, la Librería Catalònia de Barcelona cerrará definitivamente sus puertas.
La actual crisis, más acentuada en el sector del libro, ha generado una disminución de ventas en los últimos cuatro años, que en nuestras circunstancias y condiciones, han hecho imposible la continuidad de la librería.
Esta decisión, ya irrevocable, ha resultado muy difícil, triste y dolorosa de tomar. Hemos intentado todas las salidas posibles, tal vez demasiado tarde, pero o bien no existían o no las hemos sabido encontrar.
En su lugar, un nuevo restaurante de comida rápida de McDonald’s.
A partir de ese momento he sido consciente de cómo está cambiando el centro histórico de la ciudad. Los comercios tradicionales, símbolo de una de las actividades más destacadas de la ciudad están dejando paso a las franquicias. La ciudad con su impronta única da paso a la ciudad intercambiable. Establecimientos absolutamente iguales conforman la actividad comercial de cualquier gran ciudad del mundo.
Saliendo de la Plaza Cataluña y bajando por las Ramblas hacia el mar, a mano izquierda, tomamos la calle Canuda, apenas si puede distinguirse ya el rótulo de la librería Cervantes, conocida como “Librería Canuda” (1931) dedicada a la compra de libros de segunda mano. Un lugar único para amantes de la literatura y el coleccionismo.
Al igual que la librería Catalònia, ha bajado la persiana. No ha podido hacer frente al incremento de su alquiler por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), aprobada en 2013, que obliga a los comercios que pagan rentas antiguas a actualizar sus contratos a precio de mercado. Imposible para estos negocios competir con las multinacionales. En su lugar se abrirá una nueva tienda de la firma textil española Mango.
De vuelta a las Ramblas, frente a la fuente de Canaletas, un edificio con el logo de la firma sueca HM se encuentra donde hasta 2007 estuvo la histórica Sastrería Modelo (1875) de la familia Pantaleoni. La pequeña sastrería tradicional de la planta baja se convirtió en un edificio comercial de cinco plantas dedicado a la comercialización de géneros de confección, prendas de vestir, complementos y accesorios.
Siguiendo nuestro paseo por Las Ramblas y adentrándonos en la calle del Carme hasta llegar al número 24, encontramos uno de los establecimientos históricos del sector del textil y la confección que todavía quedan en pie, almacenes El Indio (1870). El establecimiento no deja indiferente ni por su arquitectura, con la decoración de estilo modernista en la fachada, obra de Vilaró i Valls, ni por las características del interior, con columnas de hierro colado y madera antigua en las estanterías y en los largos mostradores. Entrar en el establecimiento es abrir una puerta al pasado.
En algunos casos, no es suficiente con que el establecimiento haya estado al servicio del público durante décadas ofreciendo un trato personalizado y especializado. La casa de las mantas, ubicada hasta 2012 en la calle Junqueras número 5, fue una de las firmas míticas dedicadas a la ropa del hogar a bajo coste. Inició su actividad en 1940, siendo referente en el sector desde los años setenta. Representa el comercio tradicional que no ha sabido o no ha podido adaptarse a los nuevos tiempos y los nuevos hábitos del consumidor.
La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) plantea un profundo problema para los numerosos comercios emblemáticos de la ciudad que no pueden hacer frente a la subida de los alquileres. El patrimonio cultural e histórico implícito en estos establecimientos, en algunos casos, auténticas obras de arte (como los almacenes El Indio) es un tema que se está debatiendo tanto por parte del Ayuntamiento como por la sociedad civil.
¿Qué modelo de negocio queremos para nuestra ciudad? ¿Cómo se pueden proteger los establecimientos históricos? ¿Cómo «modernizar» algunos comercios tradicionales sin que pierdan su personalidad? En definitiva, a dónde se dirige la actividad comercial de nuestra ciudad.
¿Hay algún comercio histórico que hayas visto desaparecer en tu ciudad? ¿Crees que se habría tenido que conservar como patrimonio histórico cultural?
Continuará…
Tu articulo me ha hecho recordar un colmado que había en mi barrio. No recuerdo que tuviese nombre, todos sabíamos que era la tienda de la Sra Conchita. La conocí en el año 1978 cuando me trasladé a vivir allí.
Trabajaba toda la familia. Su vivienda estaba tras una puerta pintada de color marrón, entre columnas llenas de latas de conserva, potes de legumbres y botellas de aceite. Todavía no existían las bolsas de plástico y envolvían las viandas en paperinas de papel.
En el suelo tenían sacos y cajas de madera con verduras.
Hacían las sumas sin calculadora en tiras de papel gris y aguantaban el lápiz en la oreja. La tienda tenia dos sillas para que la clientela esperase cómoda su turno mientras charlaban de «sus cosas».
Aprendí algunos secretos de la cocina de supervivencia y otros que no contaré aquí. No se si era un colmado histórico , lo que si sé es que forma parte de la historia de mi barrio y de muchas familias.
La lectura de tu magnifico articulo me ha trasladado a un tiempo no tan lejano.
Siento un poco de nostalgia.
Muchas gracias Isabel por tu comentario. Me ha encantado tu recuerdo de ese colmado de barrio de hace casi cuatro décadas. Sin duda, un comercio tradicional que todavía pervive en la memoria del barrio. Gracias por compartir tu experiencia!
Una pena Natalia y muchos más que veremos desaparecer si no saben adaptarse a lo que los nuevos tiempos y mercados piden. La crisis es una crisis de superación de una era y muchos de ellos se niegan a verlo. Una verdadera pena.
Como de costumbre, te felicito, un gran artículo. Un abrazo.
Muchas gracias Mercedes por tu comentario. Sí que es una pena y una gran pérdida, pero quiero pensar que todavía hay margen de actuación y se pueden salvar algunos de estos establecimientos históricos. Es verdad que hay que adaptarse a los nuevos tiempos, aunque el tema de la subida de los alquileres no ayuda… Te dejo un link referido a los comercios de Madrid, mira el vídeo de la Licorería Madrueño, es muy clarificador:
http://www.lavanguardia.com/local/madrid/20140207/54399980257/madrid-rechaza-proteger-comercios-centenarios.html
Un abrazo!
Magnífic l’article! I de rigorosa actualitat. Però, francament, no sé el que es pot fer. Fa basarda caminar pels carrers de qualsevol poble i ciutat i veure cada vegada més comerços tancats, tant els històrics com els més recents.
Muchas gracias Montse!!El tema es de actualidad, aparece día sí día también en la prensa, como un signo más de la crisis económica. Se ha dado un primer paso para encarar la cuestión por parte de comerciantes, entidades de la ciudad y el Ayuntamiento de Barcelona. El tema es complejo porque se entrelazan los valores históricos de un establecimiento, con los nuevos alquileres y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos. Que se hable y se busquen soluciones es una buena noticia.